Y llegó el momento esperado, Casa Decor 2022, un evento al que nunca faltamos.
Además, este año celebra su 30 aniversario.
Casa Decor lleva tres décadas realizando una labor clave en el mundo de la decoración y el interiorismo. Por un lado, nos ha dado a conocer de primera mano las últimas tendencias e innovaciones para todo tipo de viviendas. También nos ha servido para ver que el mundo del diseño de interiores es algo necesario.
También algo a destacar es su colaboración con fundaciones solidarias.
En esta ocasión nos ha dado la bienvenida la Fundación Prodis, con un precioso mural de siete metros, en tonos azules. Escogieron este color porque es el que más les representa.
Asímismo, han participado en la creación de los distintos collages que lucen las paredes del lobby.
Es así como algunos de estos jóvenes con discapacidad intelectual colaboran en este evento. Con ello nos hacen pensar y concienciarnos de la importancia que tiene incluir a estas personas en nuestra sociedad…
Puedes encontrar más información sobre esta fundación pinchando este enlace.

En esta ocasión en vez de utilizar el ascensor, decidimos subir por la escalera. Fue una gran idea, ya que pudimos recordar, en cada rellano y zona de paso, las tendencias y materiales utilizados en las diferentes décadas del siglo XX. Os dejo dos de los espacios que más me llamaron la atención.

La verdad es que podría enseñaros tantas cosas que no me caben en este post, así que os muestro las que más nos gustaron e impactaron, como éstas lámparas.
En esta primera imagen vemos cómo al colocar las dos juntas pero a diferente altura se crea un precioso efecto que me recuerda a dos caracolas de mar…
Y en la imagen de abajo os enseño la luminaria que más me ha llamado la atención, una escultura con forma de pájaro, presidiendo la recepción de un hotel.
Si os fijáis, paredes y techo están revestidos con multitud de detalles en relieve.



Seguimos nuestra visita y nos encontramos con algo que a mí, personalmente, siempre me ha encantado.
Se trata del Kintsugi, una técnica centenaria de Japón, que sigue la filosofía de reparar piezas de cerámica rotas con un barniz espolvoreado de oro, pero dejando las “cicatrices” doradas a la vista. Esto quiere decir que en vez de disimularlas, las dejan a la vista, convirtiendo cada pieza en única e irrepetible. Fijaos en el techo y paredes de este dormitorio, cómo por sí solas, las líneas doradas irregulares crean un mágico efecto…!
Y lo bueno de este tipo de trabajo es que, al ser artesanal, nunca nos vamos a encontrar con dos piezas iguales, con lo que conseguimos exclusividad en cada una de ellas.
En otro post, os hablaré de esta técnica con más detalle…


